miércoles, enero 14, 2004

querido blog: anoche a las 22.18 arremetí con fiereza contra una contraventana, todo estaba en “contra”, y pasé la velada asida a unos hielos envueltos en un pañuelo .Antes de que asomara, feliz y coqueto él, el chichón, celebré con lágrimas de confetti tan gran llegada. Entonces sentí nuestra naturaleza de vidrio, somos una suerte cuando nos escondemos de noche debajo de las mantas y no nos hemos lastimado con nada al borde del día.Y luego dí una pirueta y pensé en las “pupas” de cuando era niña,y mitifiqué la niñez en ese instante (todos los paraísos son paraísos perdidos, Milton dixit).Y volví a lo de ser frágiles, y pensé que además, lo somos por dentro,y que no existen aspirinas para la pena, ni se puede uno escayolar el corazón, aunque yo, sinceramente, inventaría las pastillasantidespedida, aunque el truco de prestidigitador reside, yo creo, en no despedirse nunca.Y supongo que para cuidarse de tropiezos,fisuras y roturas del alma y alrededores hay que seguir a las constelaciones algorítmicas y hacer así los cálculos nada rigurosos de los caminos,atajuelos,senderos,veredas,rutas y sucedáneos a elegir.