viernes, julio 02, 2004


querido blog:Esta semana tuve noticias de una amiga salmantina-coquetuela de esa clase especialísima que requiere que escribas su nombre con rotulador indeleble.
Debió notar como empieza a acelerarse el tic-tac-toc de mi corazón porque me dijo que no se había dado cuenta que ya estábamos en julio y que nada más ver mi fachada encalada y rebosante de geranios se había dado cuenta de que ya estábamos a siete.

El siete trae la promesa de unas manos cerca, de maravillas y risas no sólo de 7 días o de fin de semana, mucho más, EL llega.

miércoles, junio 30, 2004


querido blog:El streptease sentimental desata opiniones y teclados en alto, supongo que será inevitable. Me paseo con sombrero de ala ancha ( que da más sombra ) por blogs y otros lugares de los que desconozco su recién estrenado nombre técnico y me doy cuenta que nos gusta sintonizar y ayudar a los demás cuando cuentan pequeños detalles de sus batallas sentimentales diarias. ¿Será cómo leer un poema que nos gusta cuando conmueve? ¿ Nos sentiremos identificados como con el poeta-fingidor? Eso nos lleva a la polémica que sale día si y día también en el taller de poesía al que asisto...¿Son los poetas fingidores? Yo creo que es necesario haber “estado allí” para saber después contarlo con furia de espadachín diestro, aunque sea luego de mucho tiempo y, pasando los dedos sobre las cicatrices, como los que leen Braille.

domingo, junio 27, 2004


querido blog:Anton Chéjov fue un revolucionario entre manuscritos y noches escribiendo, aunque ahora lo podamos ver en un viaje literario por el cine.
Su fórmula " sugerir y no mostrar" trascendió en el tiempo, aún hoy nos sorprende.Lo que más me fascina es que Chejov quiso reflejarse en una de sus piezas de dramaturgia "La gaviota",él mismo lo decía en la voz del doctor Dorn " una obra de arte debe expresar obligatoriamente un gran pensamiento", quizás el pensó que era un buen vehículo subirse en otra piel a su propio escenario.Chejov solía escribir entre dos polos (la confusión y el desorden por un lado y el aislamiento y la incomprensión por otro), con figuras con algún corte absurdo, envueltos en sus propias circunstancias con sus propias ambiciones.Él entonces no lo podía sospechar,pero iba a ser un visionario, dentro de su propia familia se iban a desarrollar acontrecimientos como las escenas de sus obras.

La noche del 8 de mayo de 1945 no había una sola luz apagada en todo Moscú.El anuncio de la rendición alemana declaró aquel día día de fiesta nacional: el día de la victoria.
Entonces pudo oírse La internacional y, tras ella, los himnos nacionales de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia.
Tras las celebraciones, los miembros del Teatro del Arte de Moscú sintieron la necesidad de hacer algo para festejar el final de la guerra.Después de muchos años de persecución la viuda de Chejov, Olga Knipper-Chejova se subiría al escenario a interpretar El jardín de los cerezos como ya había hecho en enero de 1904, cuando su esposo ya enfermo la miraba pálido desde las butacas y murió seis meses después.
Aquella noche Olga Knipper-Chejova, monumento viviente del teatro ruso salió poco después al escenario a saludar.Llevaba sobre sus espaldas el temor acumulado durante la guerra de ser arrestada por la policía secreta NKVD,a pesar de haber sido elegida por Stalin "artista del pueblo", ciertas ramas de la familia relacionadas con Hitler la ponían en perpetuo peligro.Bajó la mirada desde el escenario, la posó sobre las primeras filas de butacas. Desde allí le devolvió el saludo con un discreto movimiento de mano una mujer de unos cuarenta años, hermosa y bien vestida,su reflejo,alguien que como ella fue estrella famosa, se casó con un miembro de la familia Chéjov y sus vínculos de parentesco y profesionales convivieron de manera compleja con el poder político.
Olga Knipper-Chejova retrocedió tambaleante y fue a derrumbarse tras el telón, presa de la confusión y el terror. La espectadora que estaba en aquel teatro de la triunfante capital soviética, no era otra que su sobrina Olga Chejova,celebérrima estrella de la gran pantalla en Berlín, a la que en 1936 le había sido concedido el título de «actriz del Estado» del Tercer Reich y a la que, en opinión de todos, Hitler adoraba.La gran estrella del cine Nazi.
Olga Chejova ( en la imagen ) fue sospechosa, a ojos de los bolcheviques, por sus lazos alemanes y, a la vez, manipulada por la inteligencia soviética para golpear en el corazón del Tercer Reich. Dicen que Olga fue una actriz con Hitler y una espía con Stalin,como en un cuento El misterio de Olga Chejova, una figura de leyenda.